La Cuaresma
Introducción
Cuaresma
viene del latín “quadragesima dies”, el
día cuadragésimo antes de Pascua. Tiempo que nos prepara para la celebración de
la Pascua de Resurrección. Empieza el miércoles de ceniza y concluye el Jueves
Santo por la tarde, antes de la Misa Vespertina de la Cena del Señor, con la
que se inaugura el Triduo Pascual.
La Cuaresma
se organizó a partir del s. IV. Su historia anterior no está muy aclarada.
parece ser que el germen original fue el ayuno pascual de dos días, el Viernes
y el Sábado antes del Domingo de resurrección, espacio que poco a poco se
alargó a una semana, luego a tres, y según las diversas regiones, sobre todo en
las de Oriente, como Egipto, hasta las seis semanas o cuarenta días. En Roma ya
estaba constituida la Cuaresma entre el año 350 y 380.
A la hora de
dar sentido a este período como preparación a la Pascua, influyó ciertamente el
simbolismo bíblico del número cuarenta,
los episodios de:
- los cuarenta días del diluvio
antes de la alianza con Noé;
- Moisés y sus cuarenta días en el
monte;
- del pueblo de Israel y sus
cuarenta años por el desierto;
- de Elías caminado cuarenta días
hacia el monte del encuentro con Dios;
- y sobre todo los cuarenta días de
Jesús en el desierto antes de empezar su misión mesiánica.
Todos estos
episodios tienen de común que este espacio de tiempo sirve de prueba, purificación
y preparación de un acontecimiento importante y salvador.
La cuaresma
comenzaba originariamente en domingo. Pero más tarde (s. VI-VII) se acentuó
como característica determinante el ayuno, y como los domingos no se ayunaba,
se adelantó su inicio al miércoles anterior al primer domingo, el que luego se
llamó ceniza, para que a la Pascua le precedieran cuarenta días de ayuno
festivo.
Sentido
de la Cuaresma, preparación de la Pascua
El sentido de
la Cuaresma cristiana se puede resumir así: la Cuaresma nos introduce en la
celebración, cada año más intensa, del Misterio Pascual de Cristo.
Para Cristo el Misterio Pascual es su
paso triunfal de la muerte a Vida. El misterio total de la Pasión, Muerte,
Resurrección y Ascensión. Es el Paso = Pascua, el gran suceso de la
historia, el acontecimiento salvador por excelencia. Acto vital, dinámico del
Dios poderoso, que nos salva de la muerte por la Muerte de su Hijo y nos
introduce en la vida por la Vida nueva de Cristo.
Para nosotros, el Misterio Pascual es la
participación en la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Se trata de que
también nosotros pasemos, que nos
incorporemos al tránsito pascual del Cristo cada año más profundamente.
La Cuaresma
no es, pues, fin en sí misma, sino que culmina y se perfecciona en la Pascua.
El proceso pascual decisivo para cada cristiano se realiza en tres tiempos:
1. Morir al pecado y al mundo; morir al
egoísmo, que ya es estrenar nueva existencia;
2. Celebrar
con Cristo el nacimiento a la nueva
vida;
3. Vivir con nueva energía y entusiasmo: como niños recién nacidos.
La
incorporación creciente al misterio de la Pascua de Cristo la expresa la
liturgia cuaresmal en una palabra: conversión.
La palabra griega “metánoia” significa “cambio de mentalidad”. La latina
“con-versio” viene a indicar lo mismo: “vuelta, cambio de dirección”. Los
textos cuaresmales insisten en:
- que nuestra
mentalidad mundana, lejana al evangelio, se convierta en mentalidad cristiana;
- que
nuestros caminos de pecado, nuestra vida carnal y materialista, se dirijan
ahora por los caminos de la gracia, una vida según el espíritu;
- que donde
reinaba el egoísmo, cerrando las puertas a Dios y al prójimo, se inaugure una
apertura de docilidad para con Dios y de amor práctico para con el prójimo:
Un cambio,
una nueva dirección en la vida. Empezando por la mentalidad, que es la raíz de
toda conducta.
Medios
que la Cuaresma nos ofrece
a) La
Palabra de Dios: La iniciativa siempre parte de Dios. La Iglesia se hace
Catecúmena. Nos sentamos de nuevo en la escuela de la Palabra, apara aprender.
Cuaresma entonces es tiempo de meditación en la Escritura la verdadera imagen
de la Iglesia en cuaresma no es solamente la de un pueblo que ayuna y llora,
vestido de saco y ceniza, sino sobre todo la de una comunidad que se recoge en
escucha orante de la Palabra de su Señor.
b) Intensa
oración: la lectura de la Palabra de Dios nos lleva a una inmensa oración. La
reforma que hay que cumplir en la Cuaresma no se puede realizar sin la ayuda de
Dios. Es Él el que purifica nuestro ser, el que nos renueva, el que convertirá
nuestro viejo Adán en el nuevo Cristo. Y por eso nos postramos en oración:
pedir y se osa dará, buscada y encontraréis. Oración personal y oración
litúrgica, colectiva. En unión de toda la Iglesia.
c) Participar
mejor en la Celebración Eucarística: La oración, sobre todo, de la Eucaristía. La Eucaristía como fuente de
nuestra reforma y como muestra de nuestra inserción en el misterio pascual.
d) El
Ayuno: Con la Palabra y la Oración, la Cuaresma estimula en
nosotros un trabajo personal colectivo de Ayuno.
Un ayuno con dimensiones profundas y
personales. No el ayuno reducido a la abstinencia de alimentos eso sería tergiversar el sentido de la
penitencia, que debe ser una vuelta de toda la personalidad a Dios.
Este es el ayuno principal la lucha contra el pecado en nosotros mismos.
Si uno se priva de un plato de carne, pero no de su rencor y de su deseo de
venganza, se ha quedado meramente en la superficie de su ayuno. La renovación
interior va así acompañada y favorecida por una austeridad exterior que en la
práctica puede adoptar muchas modalidades. El que no quiere renunciar a nada,
el que se concede a sí mismo todo en la comida, en la diversión, en el placer,
es señal de que no se ha puesto en clima de conversión pascual. El privarse de
algo es signo de nuestra vuelta a lo esencial en la vida: Dios y sus caminos.

e) La
práctica de la Caridad: una de las señales de la recta inteligencia del
ayuno es que termine en la caridad. Ayunar para dar al prójimo. “Lo que cada
uno sustrae a sus placeres, lo dé a favor de los débiles y pobres” (S. León, en
un sermón cuaresmal).
El ayuno cuaresmal no es meramente
negativo, sino que renuncia a nuestras apetencias, para abrir las puertas a
Dios (oración y lectura) y al prójimo (caridad). Las dimensiones del más
auténtico cristianismo: “dejar libres a
los oprimidos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin
techo... el ayuno que yo quiero es éste (viernes de ceniza); misericordia quiero y no sacrificios (sábado
3º).
f) Celebrar
el sacramento de la Penitencia: La reconciliación nos orienta, nos da
fuerza, nos proporciona una ocasión magnifica para someter nuestras existencias
de pecadores a la misericordia de Dios, que es el que en definitiva nos tiene
que transformar. La preparación cuidadosa de la confesión en este tiempo, debe
ser uno de los puntos de la catequesis cuaresmal. Y mucho mejor si se realiza
comunitariamente. Con un tono eclesial que se va por fortuna redescubriendo en
el sacramento de la Penitencia.

Muy interesante, redescubrir la cuaresma como una privación al servició de la oración, la lectura de la palabra y de la caridad. En definitiva como un cambio de vida; una frase por cierto muy manida, pero que si no se da ese cambio, a nacer del agua y del espíritu, no habremos entendido nada del mensaje de Jesucristo.
ResponderEliminarGracias una vez más. Un saludo padre.