jueves, 17 de mayo de 2012

EN EL NOMBRE DE DIOS ¡BASTA YA DE DESAHUCIAR A LAS FAMILIAS!



ME UNO A ESTE DOCUMENTO DE ALGUNOS CURAS Y RELIGIOSOS DE CARTAGENA (Murcia)

"No negarás justicia al pobre" (Ex 23,6)

A los políticos, banqueros y a todos aquellos que participan directa o indirectamente en el desahucio de viviendas:

La crisis financiera está llevando a miles de familias a tener grandes dificultades para pagar la hipoteca de su vivienda. La vivienda no es sólo ladrillo y cemento, es un hogar donde se ha materializado un proyecto familiar, es un espacio en el que todo adquiere un significado afectivo y existencial: el amor de la pareja, los momentos felices y duros, el nacimiento de un hijo... Es el lugar vital donde la familia encuentra el cariño, el descanso y la tranquilidad.
Las familias han ido pagando sus hipotecas mientras han tenido un trabajo. La pérdida de éste les ha supuesto no poder cumplir con la cantidad mensual establecida. Esto ha hecho que los bancos y cajas, los cuales han sido unos de los causantes fundamentales de esta crisis, a través de demandas judiciales para desahuciar, estén provocando un sufrimiento a la sociedad en aras de los beneficios. En estas actuaciones muestran que el sistema financiero no tiene corazón. Los bancos y las cajas han recibido muchísimo dinero público para tapar sus agujeros, que ellos mismos han provocado buscando el máximo beneficio y rápido. Estas demandas judiciales tienen amparo legal en la Ley Hipotecaria, que no defiende ni ampara a la persona ni a la familia. Muchas familias han sido echadas a la calle, con el agravante de no concederles la dación en pago (cancelación de la hipoteca con la entrega de la vivienda), lo cual los deja sin futuro. No pueden volver a reiniciar sus vidas ¿Qué futuro pueden darles a sus hijos si están en paro o con un trabajo precario y además con una deuda de miles de euros?
Pedimos a los bancos y cajas que no ejerzan la demanda de desahucio, sino que busquen soluciones con las familias y las administraciones, que permitan a las familias poder seguir disfrutando de su hogar. En este sentido, valoramos el trabajo y el compromiso de las plataformas de afectados por la hipoteca.
También, pedimos a los jueces, secretarios/as judiciales, comisiones judiciales y fuerzas de orden público una gran sensibilidad y respeto ante estas situaciones. Que sus actuaciones no supongan un mayor sufrimiento a las familias. Que no olviden que echar a una familia a la calle sepulta la dignidad humana, por muy legal que sea.
Exigimos a los gobernantes que estén al servicio de los ciudadanos y del bien común (cf. Caritas in Veritate, 36). Es escandalosa la sumisión de la política a la economía. Que cambien ya la ley, que paralicen los desahucios ante esta situación social, concedan por ley la dación en pago y se establezca el alquiler social. Miles de familias viven hacinadas, con todo lo que supone, en casas de sus padres y otros familiares. El derecho a la vivienda, además de ser un derecho constitucional y un Derecho Humano, está recogido ampliamente por la Doctrina Social de la Iglesia. Así por ejemplo en la Carta de los derechos de la familia de 1983 en el art. 11 se recoge: La familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida familiar, y proporcionada al número de sus miembros, en un ambiente físicamente sano que ofrezca los servicios básicos para la vida de la familia y de la comunidad (cf. también Familiaris Consortio, 46; Pacem in Terris, 11). Les exigimos a los políticos que protejan a las familias.
Por último, pedimos que todos pongamos en el centro de nuestras actuaciones y decisiones a la persona y su dignidad, porque el ser humano no es mercancía, sino que es el centro y fin de toda la vida económica y social (Caritas in Veritate, 25). Desde la fe cristiana consideramos a cualquier persona imagen de Dios y por tanto, merecedora de respeto, justicia y fraternidad.

«tirar hacia arriba»


Propio del ser humano es aspirar a ascender, superarse a sí mismo en las diferentes facetas de su vida: profesional, social, política, eclesial. Lo cual es perfectamente legítimo, con tal de que no sea un ascender tramposo, un trepar a costa de los demás, sin méritos propios, y para alcanzar cotas de poder cada vez mayores, en lugar de ver cómo servir mejor cada día, recordando siempre las palabras del Maestro: «El que quiera ser primero, sea esclavo de todos».
Toda ascensión limpia exige esfuerzo. Pide paciencia y constancia. Con frecuencia no sabes lo que hay más allá de la cima alcanzada. Otras ascensiones son «imposibles» por definición, y solo se resuelven en la fe y en la entrega confiada al misterio. También Jesucristo, en lo más profundo de su identidad, vivió una entrega confiada al Padre. Un Dios verdadero, Hijo encarnado del Padre, me acompaña así hasta el final de mi vida, hasta mi morir con Él. El Padre lo resucita, y en la Ascensión lo glorifica a su derecha. Esa es nuestra propia esperanza como miembros que somos del mismo Cuerpo, del que Él es la Cabeza.
Es conocida la copla popular «P’a las cuestas p’arriba//quiero mi burro//que las cuestas p’a bajo//yo me las subo». Con otro tipo de lenguaje, pero con la misma sabiduría, santa Teresa dice que hay que «hacerse espaldas»: «Porque andan las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros» (Vida 7,22). Estamos en momentos en que muchos vecinos nuestros lo están pasando mal por causa de unos «mecanismos perversos», que comienzan a ser definidos y denunciados por voces sensatas, de la Iglesia y de fuera de ella. Una corrupción no general pero sí muy amplia, gastos fastuosos, blindajes millonarios, fortunas insultantes, amasadas en la injusticia, pasan por delante de los ojos asombrados de quienes sufren unas situaciones muy duras, de las que son mínimamente culpables y siempre víctimas.
La fiesta de la Ascensión nos invita a «tirar hacia arriba», de nosotros mismos y de los que se sienten más hundidos. Todos hacia arriba, tomados de la mano, unos con otros, nunca los unos sin los otros. La idea de Theilard de Chardin de todo el cosmos convergiendo hacia el punto Omega que es Cristo, nos puede ayudar. Que este día nos ayude a colaborar con Dios en la tarea de atraer a todos sus hijos hacia la casa común de la fraternidad, de la dignidad, del gozo y de la fiesta

sábado, 12 de mayo de 2012

SEGUIMOS INDIGNADOS


Ante el aniversario de 15 M comparto con vosotros el EDITORIAL VIDA NUEVA (revista semanal de noticios religiosas) que me parece muy lúcido y que comparto plenamente. 

Se cumple estos días el primer aniversario del llamado Movimiento 15-M o de los “indignados”, protagonistas de una intensa agenda de movilizaciones por toda España, y cuyo centro neurálgico y simbólico estuvo en la madrileña Puerta del Sol.
Doce meses en los que las asambleas han continuado, pero a nivel más local, con desorganización e, incluso, amagos de escisión. Un movimiento espontáneo acarrea esos problemas. No es buena la ruptura por la falta de unidad. Los problemas pueden resolverse aunando fuerzas.
Razones para la indignación sigue habiendo, y quizás sean más y de más peso que hace justo un año. No se pueden quemar ilusiones, pero sí hay que racionalizar los medios de protesta y de legítima manifestación.
Como hizo entonces, Vida Nueva ahora también reflexiona sobre este movimiento y pregunta a creyentes comprometidos en diversas tareas cómo lo ven y cuál debe ser el papel a jugar: implicarse, distanciarse, compartir, dar esperanza…

Tiene cosas buenas esta nueva revolución juvenil,
entre ellas, que ha sido capaz
de movilizar a todas las generaciones
en la búsqueda de una sociedad mucho más humana.
Se ha repetido, y se repite en círculos eclesiales, que nada humano es ajeno a los cristianos. Es el arranque mismo de la Gaudium et Spes. Por eso, este hecho tampoco debe serlo. Y los creyentes tienen derecho a indignarse, a comprender la indignación, lo cual no significa aceptar algunas demandas y acciones irrespetuosas de grupos que integran el 15-M. Además, para el creyente, la indignación va más allá y se asienta en las raíces de la realidad que se contesta y que indigna.
Tiene cosas buenas esta nueva revolución juvenil y, entre ellas, destaca que ha sido capaz de sacar del letargo a muchos jóvenes, de movilizar a todas las generaciones en la búsqueda de una sociedad mucho más humana, que tenga a la persona como centro y no supeditada al mercado, al dinero o a meros intereses políticos.
Pero para los cristianos, no todo puede quedar en la indignación, que es necesaria como paso a la denuncia profética, sino que debe haber un mensaje de esperanza: que no es nada más y nada menos que Dios está de parte de los crucificados y que el mal y la injusticia son derrotados.
Conociendo esto, el futuro que se nos abre es mucho más alentador, un mensaje que se puede y debe complementar con la Doctrina Social de la Iglesia y con la inspiración que tantas y tantas iniciativas cristianas nos ofrecen cada día. El Papa, en su visita a España con motivo de la JMJ 2011, ya habló de la revolución del amor como camino para salir de la indignación.
La regeneración es tarea de todos,
porque hasta ahora la hemos esperado de otros
sin que llegara, y eso implica
compromiso, trabajo y mucho sacrificio.
Ante una situación económica como la actual, debemos ser los creyentes, de cualquier confesión, punta de lanza: ser los primeros en respetar los derechos de los trabajadores, ser justos con los empleados, ser honestos en nuestro trabajo, hacer justicia con quienes menos tienen…
La regeneración es tarea de todos, porque hasta ahora la hemos esperado de otros sin que llegara, y eso implica compromiso, trabajo y mucho sacrificio. La esperanza de los cristianos es que el mal no nos vencerá, porque ya fue derrotado.
Sobre estas claves, recordamos el 15-M, mirando más allá, invitando a las instituciones a abrir sus puertas a los jóvenes que llegan cargados de ilusión y limpieza y a aportarles la serenidad y otras lecciones positivas de la madurez.
En el nº 2.800 de Vida Nueva. Del 12 al 18 de mayo de 2012