Propio del ser humano es aspirar
a ascender, superarse a sí mismo en las diferentes facetas de su vida:
profesional, social, política, eclesial. Lo cual es perfectamente legítimo, con
tal de que no sea un ascender tramposo, un trepar a costa de los demás, sin
méritos propios, y para alcanzar cotas de poder cada vez mayores, en lugar de
ver cómo servir mejor cada día, recordando siempre las palabras del Maestro:
«El que quiera ser primero, sea esclavo de todos».
Toda ascensión limpia exige
esfuerzo. Pide paciencia y constancia. Con frecuencia no sabes lo que hay más
allá de la cima alcanzada. Otras ascensiones son «imposibles» por definición, y
solo se resuelven en la fe y en la entrega confiada al misterio. También Jesucristo,
en lo más profundo de su identidad, vivió una entrega confiada al Padre. Un
Dios verdadero, Hijo encarnado del Padre, me acompaña así hasta el final de mi
vida, hasta mi morir con Él. El Padre lo resucita, y en la Ascensión lo
glorifica a su derecha. Esa es nuestra propia esperanza como miembros que somos
del mismo Cuerpo, del que Él es la Cabeza.
Es conocida la copla popular
«P’a las cuestas p’arriba//quiero mi burro//que las cuestas p’a bajo//yo me las
subo». Con otro tipo de lenguaje, pero con la misma sabiduría, santa Teresa
dice que hay que «hacerse espaldas»: «Porque andan las cosas del servicio de
Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros» (Vida 7,22).
Estamos en momentos en que muchos vecinos nuestros lo están pasando mal por
causa de unos «mecanismos perversos», que comienzan a ser definidos y
denunciados por voces sensatas, de la Iglesia y de fuera de ella. Una
corrupción no general pero sí muy amplia, gastos fastuosos, blindajes
millonarios, fortunas insultantes, amasadas en la injusticia, pasan por delante
de los ojos asombrados de quienes sufren unas situaciones muy duras, de las que
son mínimamente culpables y siempre víctimas.
La
fiesta de la Ascensión nos invita a «tirar hacia arriba», de nosotros mismos y de
los que se sienten más hundidos. Todos hacia arriba, tomados de la mano, unos con
otros, nunca los unos sin los otros. La idea de Theilard de Chardin de todo el
cosmos convergiendo hacia el punto Omega que es Cristo, nos puede ayudar. Que este
día nos ayude a colaborar con Dios en la tarea de atraer a todos sus hijos
hacia la casa común de la fraternidad, de la dignidad, del gozo y de la fiesta
tirar hacia arriba...mirar hacia arriba, ¿que mejor punto en donde poner la vista.
ResponderEliminarun saludo.