ME UNO A ESTE DOCUMENTO DE ALGUNOS CURAS Y RELIGIOSOS DE CARTAGENA (Murcia)
"No
negarás justicia al pobre" (Ex 23,6)
La crisis
financiera está llevando a miles de familias a tener grandes dificultades para
pagar la hipoteca de su vivienda. La vivienda no es sólo ladrillo y cemento, es
un hogar donde se ha materializado un proyecto familiar, es un espacio en el
que todo adquiere un significado afectivo y existencial: el amor de la pareja,
los momentos felices y duros, el nacimiento de un hijo... Es el lugar vital
donde la familia encuentra el cariño, el descanso y la tranquilidad.
Las familias
han ido pagando sus hipotecas mientras han tenido un trabajo. La pérdida de
éste les ha supuesto no poder cumplir con la cantidad mensual establecida. Esto
ha hecho que los bancos y cajas, los cuales han sido unos de los causantes
fundamentales de esta crisis, a través de demandas judiciales para desahuciar,
estén provocando un sufrimiento a la sociedad en aras de los beneficios. En
estas actuaciones muestran que el sistema financiero no tiene corazón. Los
bancos y las cajas han recibido muchísimo dinero público para tapar sus agujeros,
que ellos mismos han provocado buscando el máximo beneficio y rápido. Estas
demandas judiciales tienen amparo legal en la Ley Hipotecaria, que no defiende
ni ampara a la persona ni a la familia. Muchas familias han sido echadas a la
calle, con el agravante de no concederles la dación en pago (cancelación de la
hipoteca con la entrega de la vivienda), lo cual los deja sin futuro. No pueden
volver a reiniciar sus vidas ¿Qué futuro pueden darles a sus hijos si están en
paro o con un trabajo precario y además con una deuda de miles de euros?
Pedimos a los
bancos y cajas que no ejerzan la demanda de desahucio, sino que busquen
soluciones con las familias y las administraciones, que permitan a las familias
poder seguir disfrutando de su hogar. En este sentido, valoramos el trabajo y
el compromiso de las plataformas de afectados por la hipoteca.
También,
pedimos a los jueces, secretarios/as judiciales, comisiones judiciales y
fuerzas de orden público una gran sensibilidad y respeto ante estas
situaciones. Que sus actuaciones no supongan un mayor sufrimiento a las
familias. Que no olviden que echar a una familia a la calle sepulta la dignidad
humana, por muy legal que sea.
Exigimos a
los gobernantes que estén al servicio de los ciudadanos y del bien común (cf.
Caritas in Veritate, 36). Es escandalosa la sumisión de la política a la
economía. Que cambien ya la ley, que paralicen los desahucios ante esta
situación social, concedan por ley la dación en pago y se establezca el
alquiler social. Miles de familias viven hacinadas, con todo lo que supone, en
casas de sus padres y otros familiares. El derecho a la vivienda, además de ser
un derecho constitucional y un Derecho Humano, está recogido ampliamente por la
Doctrina Social de la Iglesia. Así por ejemplo en la Carta de los derechos de
la familia de 1983 en el art. 11 se recoge: La familia tiene derecho a una
vivienda decente, apta para la vida familiar, y proporcionada al número de sus
miembros, en un ambiente físicamente sano que ofrezca los servicios básicos
para la vida de la familia y de la comunidad (cf. también Familiaris Consortio,
46; Pacem in Terris, 11). Les exigimos a los políticos que protejan a las
familias.
