martes, 1 de noviembre de 2011

IV EN CUENTRO DIOCESANO DE CRISTIANOS COMPROMETIDOS EN LA VIDA PÚBLICA

Comparto con vosotros la reflexión de cristianos implicados en lo público sobre la elecciones del 20 N

COMUNICADO

Convocados por la Delegación de Apostolado Seglar, se han reunido, en Trujillo, cristianos presentes en los distintos partidos políticos –alcaldes, concejales y militantes-, representantes de los sindicatos, asociaciones de vecinos, plataforma de parados y sacerdotes que los acompañan en los movimientos de Acción Católica: Rural Cristiano y de la HOAC, para celebrar el IV Encuentro diocesano de cristianos en la vida pública. Han compartido la reflexión sobre: “ANTE LAS PRÓXIMAS ELECCIONES GENERALES: LA COMUNIDAD POLÍTICA AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD CIVIL. PARTICIPACIÓN Y DEMOCRACIA” y partiendo de la misma desean manifestar que::

1.-  Las elecciones siempre son un momento importante en el desarrollo de la vida democrática, pero éstas del 20-N, especialmente importantes, dada la situación en la que se encuentra nuestra sociedad por el sufrimiento que la crisis económica y las políticas que se están llevando a cabo están provocando en tantas familias trabajadoras, que en nuestra Región de Extremadura -la última de todas por la realidad de pobreza-, se manifiesta en el paro, la  precariedad laboral, la falta de industrialización, de inseguridad económica, de necesidades de alimentación, vestido y vivienda cada día en más personas y familias.   

2.- Hay que decir con toda claridad que las medidas tomadas contra la crisis por los gobiernos de España  y autonómicos, no sólo no la corrigen, sino que la siguen agravando. Por eso, para valorar las distintas propuestas políticas y decidir el voto, hay que preguntarse por las medidas que unos y otros se proponen para dar prioridad a:

+ Las necesidades sociales de las personas y las familias.
+ Erradicar la pobreza y potenciar las políticas de la inversión pública y social dirigida a los más empobrecidos.
+ Fortalecer el tejido productivo y promover un tejido empresarial, digno de tal nombre.
+ Revertir los recortes en los servicios públicos de la educación, sanidad, vivienda y protección social.
+ Revertir la reforma del sistema público de pensiones, avanzando en la garantía de pensiones dignas y justas.
+ Promover en la práctica los derechos familiares de las personas y los sociales de las familias.
+ Revertir las decisiones tomadas de que las rentas más altas, los beneficios de las grandes empresas y el capital financiero paguen menos impuestos. Hay que realizar una reforma fiscal encaminada a una mayor y más justa distribución de la riqueza social.

3.- Como cristianos, presentes en la vida pública y comprometidos en los partidos políticos, pensamos que:

+ Todos los ciudadanos tienen  “el derecho y al mismo tiempo el deber de votar con libertad para promover el bien común” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 75).
+ Estas elecciones deben servir más que nunca, para expresar con nuestro voto la necesidad de cambiar, porque está en juego la dignidad de la persona y especialmente de los empobrecidos, el respeto y la promoción de los derechos sociales de las personas y de las familias y, la misma democracia. Como dice el Papa Benedicto XVI: “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (CV 25).
+ La comunidad política –el gobierno que salga de las urnas- tiene que estar al servicio de la sociedad y “asegurar el bien común de todos los hombres y de todo el hombre, con especial cuidado de los ciudadanos más débiles, que puedan hallarse en condiciones de inferioridad, para defender sus propios derechos  y asegurar sus legítimos intereses” (Juan XXIII, Pacem in terris, 60).
+ “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en que se asegura la participación los ciudadanos.. Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana... Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo demuestra la historia ( Juan Pablo II, Centessimus annus, 46).
                                                                           Trujillo, 29, Octubre, 2011.

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